Skip to main content

¿Y si le pasa algo a mi familia?

¿Y si me quedo sin trabajo?

¿Y si me da un ataque al corazón?

¿Y si…?

Cuando las personas se plantean qué puede ocurrir en el trabajo, la familia, el dinero o la salud, a menudo ocurre algo muy curioso: se preocupan no tanto por lo que puede pasar sino por lo que uno está convencido que va a pasar.

Y es que lo posible se confunde con lo seguro.

El lenguaje de estas preocupaciones (¿y si…?), contribuyen a anticipar un futuro negativo que nos alarma más (raramente se anticipa un golpe de suerte) y provoca ansiedad. Es implícito, muy sutil… Estas preocupaciones escapan de la atención consciente (a no ser que se haga un esfuerzo para captarlos) y son una enorme TRAMPA ya que:

– Debilitan tu energía

– Provocan emociones que desbordan

– Distraen de las experiencias agradables del presente

– Limitan la creatividad

Por más que creas que te ayuda a prevenir, a prepararte… ocurre lo contrario. Es como cavar en un hoyo para salir de él, te hundes más. Y la mayoría de las cosas que anticipas no van a ocurrir.

Sin embargo, lo realmente importante es que en todo momento, eres una fuente de bienestar. ¡Puedes aprender a gestionar las preocupaciones! Piensa en las oportunidades que tienes y en cómo te sentirías. Opino que es una necesidad personal y profesional ESENCIAL. En gran medida, es tu nivel de satisfacción en el día a día, ¿no?

Aquí no hay truco. Lo que te voy a proponer es que el sentido común sea, precisamente eso, el más común. Y para esto, te van a ayudar algunas ideas y preguntas sencillas:

1. Examina las pruebas y mantente realista: ¿Hay algo que te lleve a pensar eso? ¿Son buenas razones? ¿Cuántas veces has temido que ocurra y cuántas veces se ha demostrado? ¿Sobrestimas la probabilidad de que ocurra?

Desde luego que es posible que algo malo pueda ocurrir, ahora bien, diferéncialo de algo que sea de verdad probable.

2. Valora otras alternativas: ¿Qué es lo más probable que pase?¿Hay algo que lo contradiga? ¿Estás olvidando hechos pertinentes o sobre atendiendo a hechos no pertinentes?

3. Distingue qué depende de ti y qué no: ¿Qué cadena de acontecimientos tendrían que producirse? ¿Dependen de ti?

Probablemente los factores que están bajo tu control sean muchos menos de lo que pensabas. Especialmente aquí, recojo esta frase que escuché de una persona cercana:

Si puedes ocuparte… ¿por qué preocuparte?
Si no puedes hacer nada… ¿por qué preocuparte?

4. Tienes recursos y apoyos: ¿Estás subestimando lo que puedes hacer para manejar la situación? ¿Has manejado con éxito problemas similares en el pasado? ¿Quiénes te pueden ayudar?

5. Ponte por un momento en lo peor: Incluso si lo que piensas fuera cierto, ¿sería tan “malo” o tan “horrible” como parece? ¿Duraría para siempre? ¿Qué soluciones habría?

6. Piensa si te es útil pensar así: ¿Te ayuda pensar eso a solucionar su problema? ¿Te ayuda a sentirse tranquilo o como quieres?¿Qué precio paga tu bienestar por estar preocupado?

7. Pon a prueba tus inquietudes y saca tus propias conclusiones: Ponte en contacto con lo temido y revalúa si la catástrofe esperada no ocurre (esta sin duda es la herramienta más poderosa, aunque no siempre podrás aplicarlo).

Estas siete ideas pueden aplicarse de forma bastante directa a la mayoría de nuestras preocupaciones – problemas. Sugiero que pruebes todas y te quedes con las que más te funcionen.

¡Atención que van a aparecer antes o después…Y tienes mucho que ganar!

Te invito a compartir con nosotros algún “¿y si?” que te haya preocupado y qué es lo que más te ha ayudado a superarlo! ¡Gracias!