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Para que un trabajo nos guste, hace falta algo esencial: relacionarse bien con los compañeros y los jefes. Aunque pueda parecer sencillo, no lo es. A menudo, nos vemos inmersos en situaciones y conflictos que uno no desea o prevé, por ejemplo, cuando un jefe que te pide que te quedes más tiempo de tu horario, te responsabilizan directamente de un error que no has cometido o te niegan las vacaciones sin un motivo claro…

En estos escenarios, es frecuente que las personas se queden con la sensación de no haber dicho o hecho lo que realmente pensaba o, por el contrario, se alteren o enfaden más de la cuenta. En cualquiera de estas opciones, me atrevo a decir que uno siempre sale perdiendo.

Sin embargo, hay una alternativa más, mucho más ajustada y flexible. Es la que se encuentra a “medio camino” y consiste en expresar lo que uno piensa y siente de manera clara, directa y respetuosa… Hablamos de SER ASERTIVOS.

Implica comunicarse defendiendo los propios derechos, respetando los de los demás, a la par que se expresan opiniones y realizan sugerencias de forma clara y firme. ¿Acaso alguien puede juzgarnos por esto? Es una actitud INCUESTIONABLE, un derecho que tenemos todos…por el mero hecho de ser personas. Y sus efectos no son nada despreciables:

Fortalece la autoestima (personal y profesional).

Aumenta la competencia para solucionar problemas.

Mejora las habilidades de comunicación.

Potencia la salud física y psicológica (estrés, sueño, cansancio…).

Por no hablar de los numerables beneficios en términos de rendimiento, motivación y clima organizacional…

Si bien es cierto que requiere un gran esfuerzo y equilibrio. Al fin y al cabo uno no siempre dice lo primero que piensa por razones de prudencia o respeto. Tampoco es lo mismo hablar con un compañero/a que con un jefe/a, por ejemplo. En el trabajo ni siquiera elegimos con quien queremos tratar, vienen en lote con el trabajo, con intereses y formas de entender la vida o el trabajo diferentes.

Con todo esto, quizás no sepamos cómo hacerlo. ¡No pasa nada!, como todo comportamiento, se aprende. Veamos algunas ideas a tener en cuenta para ser más asertivos en el trabajo:

1.Analizar la situación sin dejarse llevar por pensamientos catastróficos o exigentes. Se trata de identificar los momentos en los que uno deja de ser asertivo, por ejemplo, cuando le hacen una crítica. Analizar los hechos de la forma más objetiva posible, sin caer en “qué injusticia”, “debo ser aceptado por todas las personas”, “nunca debo cometer errores”…permite plantearse cómo responder a la situación de la mejor forma y tener en cuenta lo que se puede obtener o perder desplegando diferentes comportamientos.

2. Centrarse en cambiar aquello que depende de uno mismo y tomar la iniciativa. Invertir la energía en modificar lo que está en nuestras manos aumenta las posibilidades de éxito. No hace falta esperar a que otros cambien primero para empezar a actuar. Si uno no es responsable de defender sus derechos o expresar sus emociones, ¿quién lo va a ser?

3. Evitar buscar la aprobación de todos. Por más esfuerzos en agradar a los compañeros o jefes, es imposible controlar lo que piensan, así que estar continuamente pendiente de ello es una pérdida de tiempo.

4. Mantener una comunicación verbal y no verbal coherente. Ser breve y conciso en las explicaciones, mantener un tono y volumen de voz ajustado y suficiente, así como una postura corporal firme y contacto ocular frecuente (la comunicación no verbal es mucho más significativa, verdadera y continua), sin duda facilitan que “el mensaje” llegue adecuadamente.

5. Recordar que la insistencia de otros o el desempeño de un rol, no elimina la posibilidad de ser asertivo. Por mucho que insistan en hacer algo, es uno mismo el que decide y se responsabiliza, en último término, de su comportamiento.

6. Dialogar… o dialogar. Es la opción que más ha demostrado su utilidad frente a situaciones difíciles. Permite ponerse en el lugar del otro, considerar opciones y hacer sugerencias. Con personas agresivas o manipuladoras suele ser más rentable ignorar las provocaciones.

7. Utilizar “mensajes yo”. Ayuda a pedir cambios en los demás sin que se sientan atacados. Por ejemplo, en lugar de decir “me has tratado muy mal estos últimos días”, se podría decir “estoy disgustado/a con la forma en que me has tratado últimamente”.

8. Aprender a decir no, hacer y recibir críticas. Es importante escuchar y expresar que entendemos la situación o el problema del otro (empatizar). Facilita mucho basarse en hechos específicos (y no solo juicios) y dejar clara la propia postura o desacuerdo si se cree conveniente. Al hacer una crítica, evitar descalificativos personales y considerar hacerlo en privado en lugar de delante de más gente.

Y lo más importante: no es suficiente leer sobre asertividad, hay que hacerlo posible. ¿Cómo? PRACTICANDO, no solamente en el trabajo sino también fuera. Y recuerda:

Sé tú mismo, los demás puestos están ocupados (O.Wilde)

Foto Flickr – Jennifer Kummar